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domingo, 29 de septiembre de 2013

Práctica BLIJ

La animación a la lectura desde edades tempranas
Pedro César Cerrillo Torremocha

 La animación a la lectura desde edades tempranas es un artículo publicado por Pedro César Cerrillo Torremocha, en el cual se destaca la importancia de revalorizar la lectura y animar a empezar en esta actividad desde edades tempranas.

Para el autor, la lectura es una actividad que ha sufrido y está sufriendo cambios importantes. Aunque nunca se ha leído tanto como ahora ni nunca han existido tantos lectores, leer es una actividad muy poco valorada por la sociedad y, particularmente, por los jóvenes. Además, hay muchos tipos de lectura pero la gran mayoría son instrumentales, ya que se lee más como fuente de información que como fuente de conocimiento. Sin embargo, la verdadera lectura es la voluntaria, la que no tiene ninguna finalidad más allá de ella misma. 

Según Cerrillo, no hay duda que es labor de la escuela enseñar a los escolares que aprendan a leer y comprender lo que leen. Ahora bien, al llegar a la adolescencia, muchos jóvenes suelen perder el hábito lector adquirido en la escuela y la sociedad tiende a adjudicar a la misma, injustamente, toda la responsabilidad. El hábito de la lectura voluntaria suele adquirirse en casa, no en la escuela, siendo una consecuencia de la práctica de la lectura en la familia. En segunda instancia, tras la familia, estaría la escuela. Y en tercera instancia, pero en relación con las dos anteriores, la biblioteca.

Para lograr que el hábito lector perdure, el autor sostiene que se hacen muy necesarias las actividades de animación a la lectura, las cuales suelen  enfocarse más como un mero juego o técnica para leer un libro concreto que una actividad organizada para el fomento general de la lectura. La animación a la lectura se suele confundir con la promoción a la lectura, la cual también necesita un empuje, pues hasta ahora no han existido políticas de promoción lectora debidamente institucionalizadas, aunque está empezando a cambiar afortunadamente.

Por último, Cerrillo establece que al programar técnicas para la animación, el animador debe tener en cuenta aspectos como los destinatarios (contexto, edad, nivel de lectura...), el libro o texto que se propone, la calidad literaria del libro, el objetivo de la lectura o la existencia de un espacio para la lectura individual y silenciosa. Asimismo, señala algunos condicionantes que entorpecen el desarrollo de las animaciones como son la obligatoriedad de la animación, que esta conlleve premios o castigos, o que cuando el texto elegido sea fragmentado, tenga insuficiente vida propia.

El autor concluye que la mejora de los hábitos lectores empieza con la formación como lectores literarios ya en las primeras edades y fomentando una buena convivencia de las lecturas escolares y de las lecturas voluntarias. La suma de las experiencias que se derivan de ambas lecturas ayudará a la formación de un nuevo lector competente y crítico.

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